La muerte “fotografiada” por la que hoy conmemoramos el Día del Maestro

#AhoraNoticias: Cada 11 de septiembre se cumple un aniversario del deceso de Sarmiento, en 1888, en Paraguay. El primer acto del velatorio fue la toma de una fotografía del muerto ilustre acomodado en una poltrona.

Esta vez, no fue un exilio político lo que alejó a Sarmiento de su país. Por consejo de sus médicos, se instaló en Asunción para no padecer los rigores del invierno en Buenos Aires, que podían afectar demasiado su deteriorada salud. Pero el deterioro de su condición ya era demasiado importante y poco después fallecería, debido a su insuficiencia cardíaca y bronquial.

Fue a comienzos de 1888 que Sarmiento emprendió ese último viaje, supuestamente temporal, pero que en el fondo sabía definitivo. No estaba solo, lo acompañaba Faustina, su primera hija, la que tuvo siendo soltero y de la que se hizo cargo cuando la niña fue rechazada por la familia de su madre, una joven chilena. También iban sus nietos, los hijos de Faustina.

Allí, en Asunción, falleció el 11 de septiembre de 1888, a los 77 años.

Fue repatriado apenas diez días después y el funeral se realizó en el Cementerio de la Recoleta, con Carlos Pellegrini como uno de los oradores. "El cerebro más poderoso que haya producido la América", dijo, en referencia a Sarmiento.

El tomar una fotografía post mortem no fue una excepcionalidad sarmientina; era una práctica relativamente corriente a pesar de que la fotografía era todavía un invento reciente (1839), y no era considerada chocante como puede parecer hoy.

La fotografía de difuntos adoptaba distintas modalidades. Podía consistir en hacer posar al muerto, vestido como si todavía estuviese en este mundo, con el resto del grupo familiar o con amigos. El retrato podía ser también individual, natural o "arreglado". Los fotógrafos maquillaban a los muertos y los acomodaban en poses que los hacían parecer vivos. En ocasiones hasta montaban escenas de la vida cotidiana, mezclando vivos y muertos.

Lo que hoy resultaría morboso era la costumbre aceptada, cuyo objetivo era dejar una constancia de ese momento final de la existencia de la persona. Por lo general, estaban destinadas a la familia, pero en los casos de personajes públicos, podían ser difundidas, para consumo de una audiencia más masiva.


La de Sarmiento es una foto "posada". Fue tomada por el retratista Manuel San Martín y publicada en la prensa de Buenos Aires, donde la opinión pública seguía los avatares de la enfermedad de Sarmiento.

Entre los achaques que padecía Sarmiento, estaba una muy pronunciada sordera de la que culpaba "a los daños causados" por sus "enemigos políticos" que según él lo forzaban a "una constante tensión cerebral".

Pero lo que le resultaría fatal fue la insuficiencia cardíaca que empezó a manifestarse hacia 1876 y que le causaba edemas en las piernas.

Una bronquitis que lo afectó lo llevó a viajar a Asunción en busca de un clima más cálido. Volvió a Buenos Aires unos meses después, sintiéndose recuperado. Aún así, tomó disposiciones para su futuro entierro y para acondicionar el espacio que le habían cedido en Recoleta para su descanso eterno.

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