En su homilía, el Sumo Pontífice pidió a los fieles “la gracia de nunca cerrar las puertas de la reconciliación”, luego de un año de numerosas actividades en las que recordó la importancia del perdón
El papa Francisco cerró este domingo la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro del Vaticano y celebró una multitudinaria ceremonia con la que dio por concluido el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
Francisco acudió en procesión hasta la Puerta Santa vaticana y, una vez allí, se acercó en solitario, se mantuvo en el umbral y rezó en silencio. A las 9:59 horas locales (08:59 GMT) cerró las dos pesadas hojas de la Puerta Santa, que abrió el pasado 8 de diciembre ante la mirada, entre otros, del papa emérito Benedicto XVI, la segunda persona que cruzó entonces esta puerta después de Jorge Bergoglio.
Una vez cerrada, Francisco se dirigió a la Plaza de San Pedro, donde esperaban para escucharlo miles de personas procedentes de diversas partes del mundo.
Según datos de la Gendarmería Vaticana, unos 70.000 fieles asistieron a la ceremonia en la Plaza de San Pedro del Vaticano, en la Vía de la Conciliación -que une Roma con el Vaticano- y en las calles colindantes.
En su homilía, el Papa destacó el valor de la misericordia, palabra que ha sido clave durante este Jubileo que ha vivido la Iglesia católica.
Lamentó que en ocasiones "la fuerza de atracción del poder y del éxito se presenta como un camino fácil y rápido para difundir el Evangelio" y defendió una Iglesia "que resplandece cuando es acogedora, libre, fiel, pobre en los medios y rica en el amor, misionera".
"Pedimos la gracia de nunca cerrar las puertas de la reconciliación y del perdón y de saber superar el mal y las divergencias", dijo Francisco en su homilía, antes de llamar a los creyentes a "infundir esperanza y a dar una oportunidad a los demás".
El papa Francisco cerró este domingo la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro del Vaticano y celebró una multitudinaria ceremonia con la que dio por concluido el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
Francisco acudió en procesión hasta la Puerta Santa vaticana y, una vez allí, se acercó en solitario, se mantuvo en el umbral y rezó en silencio. A las 9:59 horas locales (08:59 GMT) cerró las dos pesadas hojas de la Puerta Santa, que abrió el pasado 8 de diciembre ante la mirada, entre otros, del papa emérito Benedicto XVI, la segunda persona que cruzó entonces esta puerta después de Jorge Bergoglio.
Una vez cerrada, Francisco se dirigió a la Plaza de San Pedro, donde esperaban para escucharlo miles de personas procedentes de diversas partes del mundo.
Según datos de la Gendarmería Vaticana, unos 70.000 fieles asistieron a la ceremonia en la Plaza de San Pedro del Vaticano, en la Vía de la Conciliación -que une Roma con el Vaticano- y en las calles colindantes.
En su homilía, el Papa destacó el valor de la misericordia, palabra que ha sido clave durante este Jubileo que ha vivido la Iglesia católica.
Lamentó que en ocasiones "la fuerza de atracción del poder y del éxito se presenta como un camino fácil y rápido para difundir el Evangelio" y defendió una Iglesia "que resplandece cuando es acogedora, libre, fiel, pobre en los medios y rica en el amor, misionera".
"Pedimos la gracia de nunca cerrar las puertas de la reconciliación y del perdón y de saber superar el mal y las divergencias", dijo Francisco en su homilía, antes de llamar a los creyentes a "infundir esperanza y a dar una oportunidad a los demás".