D esde esta semana, la tabla periódica de elementos cuenta oficialmente con cuatro nuevos nombres: Nihonium, Moscovium, Tennessine y Oganesson, ocupando los números 113, 115, 117 y 118 respectivamente.
Nombrar nuevos elementos es un proceso muy complejo. Intereses políticos, disputas sobre descubrimientos, choques de egos… lo hemos visto todo. Sin embargo, cualquier decisión definitiva queda en manos de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada, también conocida como IUPAC. El miércoles pasado, IUPAC confirmó los nombres de los cuatro elementos que aún debían ser formalmente identificados: Nihonio, Moscovio, Téneso, y Oganesón.
Hasta la tabla periódica sirvió como campo de batalla para científicos soviéticos y estadounidenses en los años ‘60. La llamada «Guerra de los Elementos Transférmicos» revela que la selección de nombres enfocada sobre los elementos 104-108 fue un verdadero escándalo, y tardó más de treinta años en resolverse. Las disputas se veían reflejadas directamente en la tabla periódica. El contexto político ha cambiado, pero la competencia entre laboratorios y países no. Los primeros grupos en sintetizar un elemento reclaman el derecho de designar su nombre, aunque eso no siempre se cumple. De hecho, la última palabra en el asunto la tiene la IUPAC, que después de muchos años, decidió retirar a los últimos cuatro «nombres genéricos» de la tabla periódica, en favor de nombres definitivos.
¿Por qué «después de muchos años»? Porque la síntesis de estos elementos se llevó a cabo entre 2002 y 2010, pero la IUPAC se tomó más de media década adicional para reconocer cada descubrimiento. Dicho eso, hagamos un lugar al Nihonio (elemento 113), Moscovio (elemento 115), Téneso (elemento 117), y Oganesón (elemento 118). El primer reporte sobre Nihonio (Nihon, Japón) surgió en 2003 a través de un esfuerzo combinado entre científicos rusos y estadounidenses, pero la IUPAC se inclinó hacia el trabajo hecho por el instituto RIKEN japonés en julio de 2004. El mismo equipo ruso-estadounidense estuvo involucrado con el Moscovio (Moscú), el Téneso (o Tenesino, por el estado de Tennessee), y el Oganesón (por el profesor Yuri Oganessian). La designación del Oganesón es la segunda excepción que hace la IUPAC al permitir un nombramiento basado en una persona viva (la primera fue el Seaborgio en 1997, por Glenn Seaborg).
¿Qué podemos decir sobre los elementos en sí? Se conocen seis isótopos del Nihonio, cuatro del Moscovio, dos del Téneso y sólo uno del Oganesón. Como era de esperarse, ninguno de ellos es estable, y sus vidas medias son bastante cortas. A modo de ejemplo, el Nihonio-286 registra una vida media de 19.6 segundos, mientras que en el otro extremo, el Nihonio-278 marca 370 microsegundos. Las primeras simulaciones del Oganesón lo perfilaban como un gas noble, pero ahora, todos estos elementos estarían registrando una fase sólida (el Nihonio, Moscovio y Téneso encajan en la categoría de «metales de postransición»). Los puntos de fusión oscilan entre los 350 y los 550 grados Celsius (no tenemos el dato exacto del Oganesón).
Imaginamos que los científicos tratarán de confirmar más detalles sobre los elementos en el futuro, y por supuesto, apuntar sus cañones hacia los elementos 119 y 120 para seguir completando la tabla.
Vía IUPAC/NEOTEO
Nombrar nuevos elementos es un proceso muy complejo. Intereses políticos, disputas sobre descubrimientos, choques de egos… lo hemos visto todo. Sin embargo, cualquier decisión definitiva queda en manos de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada, también conocida como IUPAC. El miércoles pasado, IUPAC confirmó los nombres de los cuatro elementos que aún debían ser formalmente identificados: Nihonio, Moscovio, Téneso, y Oganesón.
Hasta la tabla periódica sirvió como campo de batalla para científicos soviéticos y estadounidenses en los años ‘60. La llamada «Guerra de los Elementos Transférmicos» revela que la selección de nombres enfocada sobre los elementos 104-108 fue un verdadero escándalo, y tardó más de treinta años en resolverse. Las disputas se veían reflejadas directamente en la tabla periódica. El contexto político ha cambiado, pero la competencia entre laboratorios y países no. Los primeros grupos en sintetizar un elemento reclaman el derecho de designar su nombre, aunque eso no siempre se cumple. De hecho, la última palabra en el asunto la tiene la IUPAC, que después de muchos años, decidió retirar a los últimos cuatro «nombres genéricos» de la tabla periódica, en favor de nombres definitivos.
¿Por qué «después de muchos años»? Porque la síntesis de estos elementos se llevó a cabo entre 2002 y 2010, pero la IUPAC se tomó más de media década adicional para reconocer cada descubrimiento. Dicho eso, hagamos un lugar al Nihonio (elemento 113), Moscovio (elemento 115), Téneso (elemento 117), y Oganesón (elemento 118). El primer reporte sobre Nihonio (Nihon, Japón) surgió en 2003 a través de un esfuerzo combinado entre científicos rusos y estadounidenses, pero la IUPAC se inclinó hacia el trabajo hecho por el instituto RIKEN japonés en julio de 2004. El mismo equipo ruso-estadounidense estuvo involucrado con el Moscovio (Moscú), el Téneso (o Tenesino, por el estado de Tennessee), y el Oganesón (por el profesor Yuri Oganessian). La designación del Oganesón es la segunda excepción que hace la IUPAC al permitir un nombramiento basado en una persona viva (la primera fue el Seaborgio en 1997, por Glenn Seaborg).
¿Qué podemos decir sobre los elementos en sí? Se conocen seis isótopos del Nihonio, cuatro del Moscovio, dos del Téneso y sólo uno del Oganesón. Como era de esperarse, ninguno de ellos es estable, y sus vidas medias son bastante cortas. A modo de ejemplo, el Nihonio-286 registra una vida media de 19.6 segundos, mientras que en el otro extremo, el Nihonio-278 marca 370 microsegundos. Las primeras simulaciones del Oganesón lo perfilaban como un gas noble, pero ahora, todos estos elementos estarían registrando una fase sólida (el Nihonio, Moscovio y Téneso encajan en la categoría de «metales de postransición»). Los puntos de fusión oscilan entre los 350 y los 550 grados Celsius (no tenemos el dato exacto del Oganesón).
Imaginamos que los científicos tratarán de confirmar más detalles sobre los elementos en el futuro, y por supuesto, apuntar sus cañones hacia los elementos 119 y 120 para seguir completando la tabla.
Vía IUPAC/NEOTEO
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