El mundo nos dejó solos

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Por Leonardo Amarilla 
(Lic. Ciencia Política)

Hace algunas horas el Presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, lanzó una frase contundente hacia los países que aún no han tomado posición militar contra los ataques de Rusia en su territorio. La frase completa dice: “Nos han dejado solos, todo el mundo tiene miedo. ¿Quién está dispuesto a combatir con nosotros”.
Queda claro que la escala militar que comenzó hace un par de días entre Rusia y Ucrania no tiene ningún límite impuesto, no tendrá muchos fundamentos, ni protección de ningún tipo. Es ahí donde nos envuelve la desolación más profunda de todos aquellos que acompañamos la paz como valor para la convivencia de los pueblos libres. 
Por un lado, están Ucrania y Rusia en medio de un conflicto que lleva más de 8 años sin soluciones, por otro lado, está la OTAN que son 30 países que representan a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (en 1949 se firmó con los primeros países adherentes). Las características de los países soberanos ya las conocemos, pero la OTAN es una organización político-militar que debe garantizar la libertad y la seguridad de sus miembros, inclusive si debe utilizar su fuerza militar cuando uno de sus miembros es atacado. En líneas generales de este análisis, la OTAN intenta mantener el statu quo internacional de la hegemonía de EEUU, por su parte Rusia siempre criticó ese pacto militar que seguía expandiéndose con la firma de más miembros por considerarla una amenaza para su carrera geopolítica, también en plena expansión. 
Para poner sobre la mesa las amenazas a las cuales nos estaríamos acercando, revisamos algunos números preparados para la batalla: UCRANIA cuenta con 219.000 efectivos, 170 helicópteros, 70 aviones, 1.300 tanques y 12.000 Vehículos blindados; RUSIA cuenta con 900.000 efectivos, 1.000 helicópteros, 1200 aviones, 3.600 tanques y 25.000 vehículos blindados; la OTAN cuenta con 3.400.000 efectivos, 2.050 helicópteros, 3.900 aviones, 9.400 tanques y 11.000 vehículos blindados. Sin embargo, y para seguir sumando amenazas, esta no sería la más terrible de todas. Ya se puso en fila una amenaza de guerra nuclear que pocos quieren hablar. 
Ahora bien, mucho se habló de la pandemia que hizo estremecer a todos los países, sin distinciones; algunos optimistas pensábamos que íbamos a salir mejores de todo esto. Se frenó la inercia global y comenzamos a mirar hacia adentro de nuestros hogares y nos replanteamos muchas cosas individuales y colectivas. Nos solidarizamos entre todos y despedimos a muchos familiares y amigos. Sentimos la empatía de actuar de otra forma para vivir un poco mejor. Nos pusimos por un rato en una sala de emergencias médicas de cualquier ciudad del planeta para valorar el trabajo que realizan allí.  
Esta nueva guerra nos reafirma que los intereses políticos y económicos son más importantes que las personas, que las soluciones no incluyen a sus habitantes y que los líderes políticos a veces solo entran en razón bajo sus órdenes de prioridades. 
El mundo post pandemia manifiesta que la hegemonía de los EEUU ya no tiene el mismo valor que hace algunos años atrás. Este nuevo escenario global con los países más poderosos como China, Rusia y EEUU se configura la actividad económica y política en un nuevo sistema de construcción hegemónica. Un poco más atrás aparecen Alemania, Reino Unido, Francia y Japón. Asumir esta nueva configuración global conlleva sus riesgos, ya que el poder no se muestra en papeles ni en discursos sino que se visibiliza cuando se ejerce, cuando se ataca y cuando se alinean los demás. Por otro lado, la dominación política de un Estado puede basarse en las creencias de legitimidad y razonabilidad bajo el ordenamiento legal vigente (un nuevo paradigma hegemónico). 
Según Gramsci, existen varios tipos de hegemonía (influencia y supremacía de un Estado sobre los demás), está la hegemonía económica, la cultural, la política y la militar. Esta última generalmente se demuestra por su poderío armamentista o por su capacidad de ataque. 
Considero que la política debería ser parte de una solución no una amenaza latente de juegos hegemónicos blindados por armas nucleares. El conflicto bélico entre Ucrania y Rusia es apenas una muestra de la pelea por la hegemonía total, quien tiene la potencia para amenazar al mundo tendrá la fuerza para dirigir los organismos internacionales y las influencias en los demás países. 
Todos sabemos que las guerras tiene consecuencias, también tienen ganadores y perdedores, solo resta definir qué lugar ocupará nuestro país en tamaño conflicto. Si será neutral, si se posicionarán en bloque junto a varios países de la región o tomará otra de las opciones. Pero si sabemos que este escenario bélico recién comienza la primera fase. 
En medio de toda la incertidumbre que nos ha dejado la pandemia que todavía no terminó, ahora tenemos una amenaza de guerra nuclear que tiene a todos los países del mundo en vilo. Por eso el título de esta nota, aunque a quienes dejaron “solos” no es precisamente a los líderes políticos, ni a Rusia ni a Ucrania, sino a los ciudadanos del mundo que nos sentimos abandonados e impotentes ante una nueva amenaza hacia “lo humano”.





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