Israel y sus aliados e Irán dieron por concluido un intenso enfrentamiento de 12 días marcado por ataques aéreos y una escalada de tensiones sin precedentes. El conflicto, cargado de simbolismo geopolítico, terminó con un alto el fuego en medio de versiones encontradas sobre quién salió fortalecido. Mientras en Teherán se celebraba la resistencia como una victoria, en Israel se discutía el costo político y militar de la confrontación.
La guerra no solo se libró en el campo militar, sino también en el plano narrativo, donde cada parte buscó imponer su versión de los hechos en la opinión pública internacional. Aunque los misiles dejaron de caer, las tensiones siguen latentes en una región donde el tiempo, una vez más, se convierte en un factor crucial.